martes, 5 de febrero de 2008

Liderazgo de los jesuitas.

LOS MÉTODOS JESUÍTICOS (*)

En poco más de una generación, la compañía que fundaron en 1.540 diez jesuitas sin capital ni plan de negocios llegó a ser la más influyente del mundo. Como confidentes de monarcas europeos, del emperador Ming de la China, del shogun japonés, del emperador mogol de la India, los jesuitas podían jactarse de tener relaciones que no igualaban ninguna entidad comercial ni religiosa ni oficial.

Pero movidos por una energía infatigable, no estaban tan a gusto en las cortes imperiales como a campo raso, probando nuevas fronteras. Exploradores jesuitas fueron de los primeros en cruzar los Himalaya y penetraron en el Tibet, remontaron en canoas las cabeceras del Nilo Azul y trazaron el curso del alto Mississipi. Sus colegas en Europa desplegaron la misma fuerza de voluntad y la misma energía a crear lo que llegó a ser la más extensa red de educación superior del mundo.

Sin tener ninguna experiencia docente se las arreglaron para fundar treinta universidades en el curso de diez años. Para fines del siglo XVIII tenían setecientas escuelas secundarias y universidades esparcidas por los cinco continentes. Se ha calculado que los jesuitas educaban al 20% de los europeos que seguían cursos clásicos de enseñanza superior.

Los que habían quedado en Europa y los que estaban por fuera se reforzaban mutuamente en una rica relación simbiótica. Astrónomos y matemáticos jesuitas de Roma suministraban a sus colegas en la China conocimientos que les daban prestigio e influencia en aquel país como directores de la oficina astronómica, reformadores del calendario y consejeros personales del emperador.

Los que estaban en remotos países pagaban con creces a sus colegas europeos permitiéndoles grabar en forma indeleble su mística corporativa como eruditos y precursores esparcidos por todo el mundo.

La innovadora y mundialmente extendida Compañía de Jesús aún existe. Sus 21.000 profesionales dirigen 2.000 instituciones en más de un centenar de países. Han transcurrido más de 450 años desde su fundación. Esta longevidad es ya de por sí un notable testimonio de éxito en el ambiente darwiniano de las grandes empresas. Los jesuitas marchan inexorablemente hacia su quinto centenario; por contraste, solo 16 de las cien compañías más grandes que había en Estados Unidos en 1900 subsistieron lo suficiente como para celebrar un centenario.

Lo que a menudo pasa hoy por liderazgo es vana sustitución de técnica por sustancia. Los jesuitas desecharon el estilo de liderazgo aparatoso para concentrarse más bien en engendrar cuatro valores verdaderos como sustancia del liderazgo:
Conocimiento de sí mismo.
Ingenio.
Amor.
Heroísmo.

En otros términos, los jesuitas equiparon a sus aprendices para que triunfaran, formándolos como líderes que entendieran sus fortalezas, sus debilidades, sus valores y tuvieran una visión del mundo; innovaran confiadamente y se adaptaran a un mundo cambiante; trataran al prójimo con amor y una actitud positiva, y se fortalecieran a sí mismos y a los demás con aspiraciones heroicas.

Además, los jesuitas formaban a todos los novicios para dirigir, convencidos de que todo liderazgo empieza por saber dirigirse a sí mismo. Esta fórmula de los cuatro pilares sigue siendo hoy la base de la formación de un líder jesuita, y es una fórmula que puede preparar líderes en todos los campos de la vida y el trabajo.


(*) El liderazgo al estilo de los jesuitas. Chris Lowney. Grupo Editorial Norma. 2005.

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