Tienen menos de 13, pero se sienten adolescentes;
consumistas, impacientes e hiperinformados, cuidan su imagen e influyen en las
compras familiares
Por Teresa Buscaglia
| Para LA NACION
Celia recuerda muy bien que cuando su nieta, Lalu, tenía 4
años, se sentó junto a ella en la computadora, le mostró en la pantalla una
imagen con muchos dibujos que se movían y le dijo: "Este juego no te lo voy
a enseñar porque no lo vas a entender". Guadalupe "Lalu" García hoy tiene 13 años. Está
conectada las 24 horas a su celular, le gusta comprarse ropa con sus amigas y,
como dice, "disfrutar de su presente". Inquieta, inteligente y con
un look
más que cuidado, ella representa a una generación que está cambiando la
forma de ver el mundo: la Generación Z.
"Es una generación que aún no comenzó su camino dentro
del ámbito de las organizaciones- explica Alejandro Marcó, autor del libro Entre g
eneraciones, no te quedes afuera del futuro-. Los llamados Z1, nacidos
en el año 2000, tienen unos 13 años. En cambio, los Z2, son los surgidos desde
2005. A partir de 2010, se habla ya de una generación a la que se denomina Alfa
o Google Kids."
En su mayor parte, ellos aún son criados por padres de la
Generación X y podrían definirse como "hermanos menores" de la
Generación Y, también llamados Millennials, aquellos que nacieron entre 1980 y
2000 y que hoy ocupan posiciones de liderazgo en las organizaciones. Pero a
diferencia de estos últimos, los Z son ciento por ciento nativos digitales, con
lo cual no conciben la posibilidad de un mundo sin conexión ni respuestas al
alcance de un clic. "La Generación Z crece con las tecnologías con las que
los adultos también se sienten cómodos y de aquí se desprende una conclusión:
la brecha generacional se acorta cada vez más", plantea Marcó.
Son chicos que manejan intuitivamente todos los lenguajes
digitales. Impacientes y deudores de la inmediatez de la tecnología, no soportan
esperar mucho y hacen varias cosas a la vez.
Por otra parte, deciden qué consumir, no buscan aprobación
paterna y conocen el producto porque lo investigan. Convencen y muchas veces
superan en información a quienes tienen el poder de compra. Así, el consumo a
edades cada vez más tempranas llama la atención de los especialistas en
marketing. "Son un radar de lo nuevo, les prestan atención a las novedades
que aporten a su «reputación» social en el grupo de pares -sostiene María
Ximena Díaz Alarcón, directora de la consultora Trendsity, especializada en
tendencias de mercado-. Las marcas y modas son muy importantes y están
dispuestos a pagar por ellas. Buscan alejarse de lo que los ubique como «niños
pequeños» y rechazan lo que los haga ver como chiquitos."
"Toda esta influencia en el consumo se produce en un
contexto donde hoy hay más negociación en las familias respecto de las reglas y
las normas que en otras épocas. La Generación Z aprovecha esta circunstancia,
ya que son, también, grandes negociadores", agrega Díaz Alarcón.
Además de líderes de consumo, los chicos de la Generación Z
se caracterizan por su capacidad multitasking y la avidez por entrar
rápidamente en el universo de los adultos. "Mientras habla conmigo, tiene
su iPad prendida y está chateando con el celular- dice Verónica Ferrari, mamá
de Valentina Bruno, de 12 años-. Mi hija mayor, que hoy tiene 16, a esa edad
sólo estaba con el Messenger y cuando abrió el Facebook compartió su contraseña
conmigo. Vanchu, en cambio, me bloquea y cuando le pregunto con quién chatea,
me responde que no me importa."
Mientras los chicos están adquiriendo su propio celular cada
vez a más corta edad, la televisión tradicional fue reemplazada por sitios de
entretenimiento a demanda que les brindan la posibilidad de ver películas y
series en continuado. Ellos pueden estar varias horas con una temporada
completa y están dispuestos a pagar por eso sin dudarlo.
Valentina y sus amigas, por ejemplo, organizan todos los
viernes "noches de terror" en la casa de alguna de ellas. Pero no ven
las películas en DVD ni en la tele, sino en Internet. "Vemos series y
películas en Netflix", cuenta ella, y mientras responde a la pregunta,
chatea con su celular y les muestra a sus amigas los mensajes.
Todas tienen, a su vez, un teléfono en la mano y están las
24 horas conectadas. Usan Twitter y WhatsApp para mensajearse, y, cada vez
menos, el Facebook.
"Algo que suele verse en esta generación es su
capacidad de multitarea entre diferentes pantallas, más propias de un
videojuego, que de la lectura tal como la hemos conocido sus padres. La
creencia de que Internet y, particularmente los buscadores, son el oráculo que
posee todas las respuestas. La organización de la vida diaria está mediada por
mensajes de texto o chat, incluso con miembros de la misma familia, dentro del
hogar. Lo atractivo, lo interesante, lo que está más allá de la casa, hoy no es
sólo el mundo físico, sino ese mundo virtual, pero tan real como el otro",
afirma Carlos Neri, psicólogo especializado en Tecnología y Educación.
El diálogo con los adultos
Milward Brown hizo una encuesta mundial entre varios miles
de chicos de más de 70 ciudades, en 15 países de Europa, Asia y América del
Norte y del Sur, que muestra que el 50% de niños de entre 8 y 12 años está
online todos los días y el 25% interactúa diariamente con sus pares de otros
países. Esto los mantiene más informados y estimulados todo el tiempo. Hay
menos espacio para el juego tradicional, como lo conocieron sus padres y
abuelos, pero se abren otras formas de conocimiento que ya están impuestas. No
hay tiempo para la discusión, y los adultos, a cargo de la educación de estos
niños, tendrán que desperezarse, dejar de quejarse y ver la manera de
comunicarse con ellos para no perder el contacto.
Maggie Magalotti es mamá de Sofía (12) y Sol (10) Villamediana.
"Peleamos todo el tiempo. Cuando vamos en el auto, les pido que no se
pongan los auriculares, que charlemos. Sol, con 10 años, ya quiere tener
Facebook. Yo estoy alargando lo más posible ese momento y les pongo metas, pero
es muy difícil", dice.
Además de los padres, los maestros también se enfrentan a
situaciones que los desbordan. Celulares en las aulas, desconcentración,
cuestionamientos, actitudes más propias de la adolescencia que de chicos de
esta edad... Federico Ruiz es profesor de inglés y hace más de diez años que
trabaja en aulas con chicos que cursan 6° y 7° grado. "En estos años, los
chicos han cambiado mucho. Están más preocupados por su vestimenta, el deporte
dejó de ser un juego que se disfruta en equipo para convertirse en una competencia.
Tienen necesidad de ser vistos, ser reconocidos y ningún ámbito queda exento de
ello -plantea-. De hecho, tengo varios alumnos que hacen publicidades. Están
muy estimulados, cuando doy una consigna y quiero lograr un objetivo, tengo que
argumentar mucho más que antes. A mí me parece bien que se cuestione, desde un
lado respetuoso, esto es lo que le está faltando a nuestra sociedad."
Guadalupe García, Serena Salzman y Guillermina Leudesdorf
tienen 13 años y son muy amigas. Las tres responden a la entrevista mientras
escuchan alarmas de mensajes, chequean sus tuits y miran de reojo la pantalla.
Salir a comprar ropa es, para ellas, algo habitual, y están al tanto de las
últimas tendencias. "Queremos ser actrices -dice Guillermina con una
sonrisa-. No me imagino cómo será cuando sea grande. Me da miedo terminar el
colegio, no ver a mis amigos todas las mañanas. En la facultad no voy a conocer
a nadie", agrega sin dejar de mirar su celular. "A mí, a veces, me
asusta un poco que estemos todos con el celular y no prestemos atención a los
demás -admite, por su parte, Serena-. Quizá, tu papá y tu mamá te están
diciendo algo importante y vos no los escuchás."
Claro que no todos los chicos responden a los mismos
parámetros ni todas las familias están desbordadas por la revolución
tecnológica que los separa de sus hijos. Martín Sobrino tiene 12 años y si bien
a él le gusta estar conectado con sus amigos por las redes sociales y ver el
resultado de un partido de fútbol por Internet, usa también su tiempo para dedicarse
a la música, a jugar con sus amigos y a estar en familia sin intromisión de
ninguna realidad virtual. Su mamá, Valeria, cuenta cómo lo logra: "Martín
no tiene celular, no es porque no lo quiera, sino porque no queremos aún que lo
tenga -sostiene-. Tiene un iPod con el que se conecta a Internet, escucha
música y juega, pero yo pongo horarios. Todos vivimos conectados por nuestro
trabajo, pero ponemos límites a eso y cerramos todo cuando llega la hora de
estar juntos. Sin embargo, noto un cambio importante entre él y Mila, mi hija
de 2. No sé si lograremos lo mismo, ya que, siendo tan chiquita, maneja el
iPod, la iPad, entiende cuál es el ícono para poner una película y aprieta la
tecla para iniciarla. Estamos asombrados de su capacidad".
El tema de los límites ronda a esta generación de padres a
la que no les gusta tanto establecerlos. Mercedes Trusso es maestra de 6° grado
desde hace 25 años y tiene más que claro cómo fue esta evolución. "Los
padres de esta generación son desiguales: los hay muy comprometidos con sus
hijos y otros que están ausentes. Los límites están poco claros. Yo lo viví
progresivamente. La presión es grande y ceden fácilmente. Los chicos empiezan
cada vez más temprano a ir a fiestas, están hiperestimulados y,
lamentablemente, poco reflexivos. Tienen permiso para hacer cosas de adultos,
pero no sé si la madurez para afrontar las consecuencias", reflexiona.
Evidentemente, los canales de comunicación han cambiado
vertiginosamente y la prospección es que este cambio siga la tendencia. No hay
marcha atrás. Una investigación entre jóvenes de la ciudad de Buenos Aires
y el conurbano, realizada por la licenciada en Geografía Urbana, Sandra Di
Lucca, confirma esta mirada. En su tesis, Di Lucca resume los testimonios
recogidos. "No hace falta leer el libro completo, bastan ciertas partes
para comprender el todo y es mejor Internet, lo que está ahí es -grafica Di
Lucca-. Ellos consideran que no es necesario memorizar conceptos y temas que
están allí disponibles. Les cuesta comprender el sistema de formación académica
escolar y lo expresan a los docentes con libertad y espontaneidad, crean
vínculos muy cercanos."
En definitiva, la conclusión es que los chicos seguirán
siendo eso, chicos. La frescura, la inocencia y la simpleza con la que ven el
mundo no van a desaparecer. El desafío es que padres y maestros no pierdan el
contacto con ellos mientras se quejan por los cambios y, paradójicamente, están
absorbidos por la misma tecnología. Si éstos son los nuevos códigos, habrá que
aprenderlos, mejorarlos y adaptar el mensaje a ellos. Lo importante es que
siempre haya mensaje.
Algunas claves distintivas de la Generación Z
Hiperconectados: El 50 por ciento de chicos de entre 8 y 12 años está online a diario.
Manejan todos los lenguajes digitales: celulares, tablets, televisores
inteligentes y computadoras
Impacientes: Hijos
de la inmediatez de la tecnología, no soportan esperar mucho. Hacen varias
tareas a la vez y todo lo chequean en la Web
Consumistas: Deciden qué comprar y conocen el producto porque lo investigan.
Convencen y superan en información a quienes tienen el real poder de compra.
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